En verano, cuando las escuelas suelen estar cerradas y los sistemas fotovoltaicos funcionan a pleno rendimiento, los controladores inteligentes combinados con baterías permiten una gestión estratégica de la energía. Esta configuración permite almacenar el exceso de energía y venderla cuando los precios del mercado son más altos, lo que convierte el tiempo de inactividad en una oportunidad de obtener beneficios. Estos ingresos adicionales contribuyen a reducir la factura energética global de la escuela, maximizando el valor de sus inversiones en energías renovables.

Durante el invierno, el mismo sistema puede aprovecharse para reducir aún más los costes cargando las baterías durante las horas valle, como los fines de semana o por la noche, cuando la electricidad es más barata. La energía almacenada se utiliza luego para alimentar sistemas críticos, como bombas de calor, y mantener el funcionamiento de la escuela durante los periodos de precios más altos. Esta estrategia inteligente de comercio y almacenamiento de energía no solo garantiza un suministro eléctrico fiable, sino que también supone un importante ahorro financiero a lo largo del año.